El Perú tiene una de las literaturas más ricas en temas y en lenguaje. La base geográfica, con la biodiversidad, constituye un escenario extraordinario para alimentar la realidad multiforme y estimular una imaginación que no tiene límites. Ruperto Macha Velasco
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viernes, 24 de septiembre de 2021
sábado, 27 de junio de 2020
JOSÉ MARÍA ARGUEDAS EN LA LITERATURA PERUANA
José María Arguedas |
En el
tumultuoso crecimiento de la sociedad peruana, existen muchas formas de
explicar nuestro país, sus expresiones culturales, su literatura. Creo que esta
múltiple versión para definirnos como peruanos obedece a puntos de partida
también múltiples en cada quien nacido en este territorio.
La visión de
José María Arguedas (Andahuaylas, 1911 - Lima, 1970) pugna por
lograr un armónico desarrollo de nuestras sociedades, a partir
del respeto entre los múltiples grupos humanos, sus lenguas y su cultura.
Es lo que apreciamos con claridad en trabajos como Formación de una
cultura nacional indoamericana. Arguedas y su obra cuentan con todos los
atributos para hacer de él un portavoz de la cultura propia del mundo andino,
que por lo demás es de presencia milenaria.
Algunos
críticos tienen una percepción errónea y de racismo , turística y
discriminatoria de lo que es la literatura y la antropología de
Arguedas cuando sostienen que cultiva una "utopía arcaica".
Esta percepción es siempre superficial y externa frente a
quienes vivieron y viven en carne y hueso las raíces culturales
quechuas, entre otras.
Para
nosotros, mientras aprendíamos a leer en el campo, junto al balido de las
ovejas o el mugido de los toros, en mañanas llenas de rocío o en
atardeceres llenos de los olores de las flores y de la madre tierra, Arguedas resultó
el más cercano de los narradores, el que contaba nuestras vidas con un
lirismo enriquecido por símbolos y metáforas. En el Ande, todos los del campo
hemos visto, cultivado y amado paisajes y seres humanos
similares a los que él fue describiendo a lo largo de sus cuentos, de sus
novelas y de sus ensayos. Era el hermano mayor que hablaba como
nosotros, el factor vital para enaltecer nuestro modus vivendi, el que nos
daba carta de ciudadanía para la convivencia entre el quechua y el español avecindado
desde hace un tiempo.
Arguedas
comprendió la dificultad de un país sólidamente integrado, pero su mensaje fue
una lucha permanente en busca de unidad respetando las diferencias. Y para
mayor entendimiento, asumió el rol de maestro y narrador, desligado de toda
vanidad. Lo esencial consistía en que los no andinos lo
entendieran. Con ese espíritu, relató su vida en el Primer
Encuentro de Narradores Peruanos. El certamen fue celebrado en
Arequipa, el año 1965. Aunque lo indio y la blanco manifiestos en este
testimonio hoy no parecen en pugna, hay otros factores similares, más
o menos encubiertos, que alimentan la discriminación en algunos sectores
ultraconservadores, impermeables y cerrados. "Te quieren" y no te
quieren...
TESTIMONIO DE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS
Voy a
hacerles una confesión un poco curiosa: yo soy hechura de mi madrastra. Mi
madre murió cuando yo tenía dos años y medio. Mi padre se casó en segundas
nupcias con una mujer que tenía tres hijos; yo era el menor y como era muy
pequeño me dejó en la casa de mi madrastra, que era dueña de la mitad del
pueblo; tenía mucha servidumbre indígena y el tradicional menosprecio e
ignorancia de lo que era un indio, y como a mí me tenía tanto desprecio y
tanto rencor como a los indios, decidió que yo había de vivir con ellos en la
cocina, comer y dormir allí. Mi cama fue una batea de esas en que se amasa harina para hacer
pan, todos las conocemos. Sobre unos pellejos y con una frazada un poco sucia,
pero bien abrigadora, pasaba las noches conversando y viviendo tan bien que si
mi madrastra lo hubiera sabido me habría llevado a su lado, donde sí me hubiera
atormentado.
Así viví
muchos años. cuando mi padre venía a la capital del distrito, entonces era
subido al comedor, se me limpiaba un poco la ropa, pasaba el domingo, mi padre
volvía a la capital de la provincia y yo a la batea, a los piojos de los
indios. Los indios y especialmente las indias vieron en mí exactamente como si
fuera uno de ellos, con la diferencia de que por ser blanco acaso necesitaba
más consuelo que ellos... y me lo dieron a manos llenas. Pero algo de triste y
de poderoso al mismo tiempo debe tener el consuelo que los que sufren dan a los
que sufren más, y quedaron en mi naturaleza dos cosas muy sólidamente desde que
aprendí a hablar: la ternura y el amor sin límites de los indios, el amor que
se tienen entre ellos mismos y que les tienen a la naturaleza, a las montañas,
a los ríos, a las aves; y el odio que tenían a quienes, casi incoscientemente,
y como una especie de mandato Supremo, les hacían padecer. Mi niñez pasó
quemada entre el fuego y el amor.
Pero no
solamente he sido hechura de mi madrastra, hubo otro modelador tan eficaz cmo
ella, un poco más bruto: mi hermanastro. Cuando yo tenía siete años de edad, me
obligaba a que me levantara a las seis de la mañana a traerle su potro negro de
una chacra muy grande; y los potros y los caballos de raza fina son muy
caprichosos porque son aristocráticos: unas veces se dejaba agarrar con gran
mansedumbre, pero otras veces me hacía sudar más de una hora hasta poder
enlazarlo. Si llegaba tarde, mi hermanastro, que tenía unos veinte años cuando
yo tenía siete, me trataba muy mal delante de la servidumbre. Un día, por una
cosa que no puedo contar aquí, que la contaré quizás en nuestras reuniones de
mesa redonda, me hizo algo. Lo había acompañado de paje para una aventura que
no se puede confesar en público... Me hacía montar en un burro creyendo
humillarme. El burro se llamaba "Azulejo". Nunca hubo amigos que se
amaron más que yo y el burro. También en eso estaba tan equivocado como mi
madrastra. Me dejó cuidando su potro negro que había comprado con veinte
bueyes y doscientos carneros, y cuando regresó de su aventura indecible me
reprochó que había hecho perder su poncho de vicuña, aunque no me constaba que
hubiera estado sobre la montura. Levantó el rebenque para pegarme en la cara
pero se arrepintió a última hora, montó el potro y espoleándolo se fue cuesta
arriba a toda velocidad, mientras yo me iba conversando con, quizás , uno de
los mejores amigos que he tenido en este mundo: el "Azulejo"
inmortal. Cuando llegué a la cocina me puse a comer; a mí la servidumbre me
trataba mucho mejor que a los patrones; entró mi hermanastro, yo estaba tomando
sopa y tenía un plato de riquísimo mote a un lado con su pedacito de queso; él
me quitó el plato de la mano y me lo tiró a la cara, diciéndome: "no vales
ni lo que comes", que es una cosa que se suele decir muy frecuentemente.
Yo salí de la casa, atravesé un pequeño riachuelo, al otro lado había un excelente
campo de maíz, me tiré boca abajo en el maizal y pedí a Dios que me mandara la
muerte. Yo no sé cuánto tiempo estuve llorando, pero cuando reaccioné ya era la
noche. Mi buen hermanastro se había asustado un poco y me estaba haciendo
buscar por todas partes, y la única vez que se alegró de verme fue cuando
regresé a la casa esa noche.
Pero tuve
también la fortuna de participar en la vida de la capital de provincia que es
Puquio, una formidable comunidad de indios con muchas tierras, que nunca
dejaron que los señores abusaran de ellos. El mal trato tenía un límite, si los
señores pasaban ese límite podrían recibir y recibieron una buena respuesta de
los cuatro ayllus de la comunidad de Puquio. En San Juan de Lucanas, donde
vivieron estos señores cuya crueldad nunca agradeceré lo suficiente, aprendí el
amor y el odio; en Puquio, viendo trabajar en faena a los comuneros de los
cuatro ayllus, asistiendo a sus cabildos, sentí la incontenible, la infinita
fuerza de las comunidades de indios, esos indios que hicieron en veintiocho
días ciento cincuenta kilómetros de carretera que trazó el cura del pueblo.
Cuando entregaron el primer camión al Alcalde, le dijeron: "Ahí tiene
usted, señor, el camión, parece que la fuerza le viene de las muchas
ventosidades que lanza, ahí lo tiene, a ustedes los va a beneficiar más que a
nosotros"; mentira, se beneficiaron mucho más los indios, porque el
carnero que costaba cincuenta centavos, después costó cinco soles, luego diez,
luego cincuenta y los indios se enriquecieron a tal punto que alcanzaron un
nivel de vida y una independencia económica tan fuerte que se volvieron
insolentes y la mayoría de los señores de Puquio se fueron a Lima, poque no
pudieron resistir más la arrogancia de estos comuneros. Pero el Varayoc o
Alcalde de Chaupi, al momento de hacer la entrega del camión, les dijo al
Subprefecto y al Alcalde: "En veintiocho días hemos hecho esa carretera,
señores, pero eso no es nada; cuando nosotros lo decidamos podemos hacer un
túnel que atraviese estos cerros y llegue hasta la orilla del mar; lo podemos
hacer, para eso tenemos fuerzas suficientes". Yo fui testigo de estos
acontecimientos. Todo este mundo fue mi mulndo.
Luego empecé
a recorrer el Perú por todas partes, llegué a Arequipa en 1924 y fui honorable
huésped de la Casa Rosada(*). De aquí fui al Cuzco, del Cuzco a Abancay, de
Abancay a Chalhuanca, de Chalhuanca luego a Puquio, a Coracora, a Yauyos, a
Pampas, a Huancayo, a una cantidad de pueblos y tuve la fortuna de hacer un
viaje a caballo del Cuzco hasta Ica: catorce días de jornada.
Ingresé y
nunca fui tratado como serrano en San Marcos. En donde sí me trataron como
serrano y con mano dura fue en el Colegio "San Luis Gonzaga" de Ica,
pero yo también los traté con mano dura. El Secretario del Colegio, que se
apellidaba Bolívar, me dijo cuando vio mi libreta con veintes: "¡estos
serranitos!, siempre les ponen veintes en las libretas porque recitan un
versito cualquiera: aquí lo voy a ver sacar veintes". Me vio y batí el
récord de los veintes en toda la historia de "San Luis Gonzaga",
porque era una responsabilidad del serrano hacerlo y lo hice.
En Lima, no
he sido un defensor de los serranos, he sido un defensor de los costeños,
porque los costeños y especialmente los escritores de mi generación me
trataron, diré honradamente, con una cordialidad tan auténtica y hasta con
cierto respeto. El primer amigo que tuve fue Luis Felipe Alarco, que pertenece
a la aristocracia de Lima. Me asusté cuando entré a su casa con los muebles,
los salones, los espejos y los muchos cubiertos que me pusieron en la mesa, que
yo no sabía manejar bien. Pero ahí estaba Luis Felipe mirándome con un afecto
que casi era proporcionalmente tan bueno como el de los sirvientes, concertados
y lacayos de mi madrastra, que en paz descanse. Después fui amigo de gentes que
ahora son importantes, de Carlos Cueto, de Emilio Westphalen, de Luis
Fabio Xammar; no tuve la fortuna de conocer a Ciro, porque lo habían largado:
era demasiado peligroso para vivir en el Perú. Una de las experiencias que
recuerdo con más... (no encuentro un término especial para describirlo), con un
sentimiento entre admiración y espanto, fue un diálogo terrible entre los tres
conversadores más agudos, más crueles e implacables que ha tenido la ciudad de
Lima: Martín Adán, Enrique Bustamante y Ballivián y Raúl Porras Barrenechea,
los tres juntos, como para liquidar al género humano. Nunca tuve, ni en los
mejores libros, ni en los mejores libros de poemas o de filosofía, la sensación
del poder del castellano que en la boca de estas maravillosas víboras.
Yo comencé a
escribir cuando leí las primeras narraciones sobre los indios, los describían
de una forma tan falsa escritores a quienes yo respeto, de quienes he recibido
lecciones, como López Albújar, como Ventura García Calderón. López Albújar
conocía a los indios desde su despacho de Juez en asuntos penales y el señor
Ventura García Calderón no sé cómo había oído hablar de ellos. Yo tenía una
convicción absolutamente instintiva de que el poder del Perú estaba no
solamente entre la gente de las grandes ciudades, sino que sobre todo estaba en
el campo y estaba en las comunidades donde hay, por lo menos en las comunidades
que mejor conozco, una regla de conducta, que si se impusiera entre todos
nosotros, pues haríamos una carretera de aquí hasta New York también en
veintiocho días: "que no haya rabia", esa es la regla: "que no
haya rabia". En estos relatos estaba tan desfigurado el indio y tan meloso
y tonto el paisaje o tan extraño que dije: "No, yo lo tengo que escribir
tal cual es, porque yo lo he gozado, yo lo he sufrido" y escribí esos
primeros relatos que se publicaron en el pequeño libro que se llama Agua.
Lo leía a estas gentes tan inteligentes como Westphalen, Cueto y Luis Felipe
Alaarco. El relato les pareció muy bien. Yo lo había escrito en el mejor
castellano que podía emplear, que era bastante corto, porque yo aprendí a
hablar el castellano con cierta eficiencia después de los ocho años, hasta
entonces sólo hablaba quechua. Y sin que esto sea nada en contra de mi padre,
que es lo más grande que he tenido en este mundo, a veces mi padre se
avergonzaba que yo entrara a reuniones que tenía con gente importante, porque
hablaba pésimamente el castellano. Cuando yo leí ese relato, en ese castellano
tradicional, me pareció horrible, me pareció que había disfrazado el mundo
tanto casi como las personas contra quienes intentaba escribir y a quienes
pretendía rectificar. Ante la consternación de estos mis amigos, rompí todas
esas páginas. Unos seis o siete meses después, las escribí en una forma
completamente distinta, mezclando un poco la sintaxis quechua dentro del
castellano, en una pelea verdaderamente infernal con la lengua. Guardé este
relato un tiempo, yo era empleado de correos, estaba una tarde de turno y en
una hora en que no había mucho público lo leí y el relato era lo que yo había
deseado que fuera y así se publicó
Bueno, pero
me estoy pasando de la hora y tengo que leer un poco. En síntesis, no me gradué
en la universidad: cuando estaba estudiando el cuarto año, uno de los buenos
Dictadores que hemos tenido me mandó al Sexto, prisión que fue tan buena como
mi madrastra, exactamente tan generosa como ella. Allí conocí lo mejor del Perú
y lo peor del Perú, salí y fui enviado como profesor al Colegio de Sicuani,
luego volví a Lima y concluí estudios de Antropología. He recorrido un poco
Europa y acabo de venir de los Estados Unidos. Es decir, cuando publiqué
mi penúltimo libro, Los ríos profundos, alcancé a tener algún
prestigio en Lima, y entonces señores muy importantes, unos verdaderos amigos
de los escritores, y otros que gustan mostrar a los escritores como una
decoración de sus salones, me invitaron a sus casas y alterné un poco con la
alta sociedad de Lima. Desgraciadamente desaproveché alguna de las
oportunidades que me ofrecieron, porque no me sentía cómodo entre ellos, debía
haber ido todas las veces para conocerlos mejor. Entonces puedo decirles, ya
que nos han pedido que nos confesemos y para mí ustedes son confesores
mucho más respetables que los que reciben confesiones en nuestras santas
iglesias: yo he tenido la fortuna de recorrer con la vida casi todas las
escalas y jerarquías sociales del Perú, incluso he llegado a ser Director de
Cultura... Conozco el Perú a través de la vida y entonces intenté escribir una
novela en que mostrara todas estas jerarquías con todo lo que tienen de promesa
y todo lo que tienen de lastre. Somos un país formidable. Acabo de recorrer los
Estados Unidos, es un país casi inconmensurable, pero si ellos tienen mil
metros de hondura nosotros tenemos diez mil millones metros de hondura. Es
un monstruo de grandeza, de fecundidad y de máquina, pero quizás no hay
tanto corazón, ni tanto pensamiento, ni tanta generosidad como
entre nosotros. Y escribí este libro, Todas las sangres,
en que he intentado mostrarlo todo, de allí lo que pueda tener de bueno y
lo que tiene de defectos. Hay tres personajes que son los más importantes, dos
son fundamentales, dos heredan un gran feudo, los dos hermanos se odian a
muerte por circunstancias especiales, ya han sido maldecidos por su padre, a
quien han quitado sus bienes en vida; uno es de mentalidad completamente
antigua y feudal, el otro ha sido educado en los Estados Unidos y en
Lima, es casi ingeniero, no llegó a ser ingeniero, y desea hacer del Perú
un país muy como Norteamérica; el otro quiere aguantarlo para que siga
siendo un país antiguo. En el fondo, uno de los dos hermanos lucha porque desea
modernizar el país ( y debe modernizarse sin perder sus raíces antiguas) y el
otro odia lo moderno porque considera que lo moderno es un peligro para la
santidad del alma. Entre los dos, como cuña formidable, está un indio que
sufrió todo cuanto un indio puede sufrir en Lima, el honorable Rendón Willka.
Yo les voy a leer un trozo del libro, que les va a dar una idea de cuál es el
contenido ambicioso de Todas las sangres.
Arguedas
leyó, en ese Encuentro, un fragmento del Capítulo IV de su mencionada
novela
OBRAS
DE JMA: Agua(1935); Canto kechua (1938); Runa yupay(1939); Yawar fiesta (1941);
Cusco(1947); Canciones y cuentos del pueblo quechua(1949); Diamantes y
pedernales(1954); Evolución de las comunidades indígenas (1957); Los ríos
profundos (1958); El sexto(1961); La agonía de Rasu Ñiti (1962); Todas las
sangres(1965); Amor mundo y todos los cuentos (1967); Mitos, leyendas y cuentos
peruanos (1970); El zorro de arriba y el zorro de abajo(1971); Formación de una
cultura nacional indoamericana(1975).
blanca varela. ana maría gazzolo.
poesía femenina. josé maría
arguedas. mundo andino. cultura peruana
MARIO VARGAS LLOSA: NOBEL DE LITERATURA 2010
Mario Vargas Llosa |
"Por su cartografía de las
estructuras de poder y sus imágenes mordaces de la resistencia, la rebelión y
la derrota del individuo"
- Academia Sueca.
"Usted ha encapsulado la historia
de la sociedad del siglo veinte en una burbuja de imaginación. Esta se ha
mantenido flotando en el aire durante cincuenta años y todavía reluce".
- Per Wästberg, de la Academia Sueca.
1. LA TRAYECTORIA VITAL Y
LITERARIA
Mario Vargas Llosa, reconocido
finalmente y con toda justicia como Premio Nobel de Literatura 2010,
surge ya como figura principal de la novelística
hispanoamericana en la segunda mitad del siglo XX, al lado de Julio
Cortázar, Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez y otros escritores
integrantes del "boom" de la novelística en nuestro continente.
MVLL es básicamente un realista, y
a veces un regionalista, cuyas obras reflejan particularmente la convulsa
realidad social peruana y latinoamericana, sacudida por conflictos de
tipo racial, sexual, moral y político.
La representación artística de esa
problemática no es, sin embargo, mimética o naturalista, sino que incorpora las
técnicas narrativas más innovadoras de la novela contemporánea (multiplicidad
de focos narrativos, montaje de planos espacio-temporales, efectos
expresionistas, monólogo interior). Es, por la fecundidad, riqueza y hondura de
su obra creadora y por su continua presencia en el debate sobre asuntos
relativos a libertad, violencia, censura y justicia, una de las personalidades
intelectuales más activas e influyentes de la actualidad. Ha sido traducido a
numerosísimas lenguas y ha ganado los mayores premios literarios
internacionales, entre ellos el Premio Cervantes. En 1995, fue elegido
académico de número de la Real Academia Española, y en 1996 leyó su discurso de
ingreso sobre Azorín.
Nació en Arequipa (1936) y estudió
en ese lugar, Bolivia, Piura y Lima. En 1959 viajó a París y luego a Madrid,
donde estudió y publicó su primer libro, Los jefes, una colección
de cuentos. Pasó un largo tiempo en exilio voluntario, primero en París,
después en Barcelona y finalmente en Londres. Entre 1974 y 1990 tuvo una mayor
permanencia en el Perú.
Alcanzó la fama por primera vez al
ganar el importante Premio Biblioteca Breve, de Barcelona, con su novela La
ciudad y los perros (1963), que es una de las expresiones más
características de ese momento de renovación en la novelística hispanoamericana
que se conoce como "el boom", del cual era el representante más
joven. La novela reelabora sus experiencias en el Colegio Militar Leoncio
Prado, con imágenes de gran violencia, tensión dramática y cuestionamiento
moral sobre autenticidad, responsabilidad y heroísmo.
La destreza técnica y el
virtuosismo de su lenguaje narrativo son todavía mayores en las dos siguientes
novelas: La casa verde (1966), que aprovecha memorias de sus
años en Piura para componer un gran mural de acción y degradación sexual;
y Conversación en la Catedral (1969), que transcurre durante
los oscuros años de la dictadura de Manuel A. Odría (1948-1956) intentando un
vasto análisis de los círculos del poder, el mundillo del periodismo amarillo y
los cabarés de mala muerte. En 1967 publicó su notable relato Los
cachorros.
La rigurosa objetividad y la
indeclinable tensión con las que plantea sus conflictos, cede un poco en la
segunda etapa de su producción novelística, que se distingue por toques de
humor grotesco, como en Pantaleón y las visitadoras (1973), o
por retratarse a sí mismo en su relato, como en La tía Julia y el
escribidor (1977), en la que narra episodios de su primer matrimonio y
sus comienzos literarios. La guerra del fin del mundo (1981)
es una vuelta al estilo de composición épica de su primera etapa y una rara
incursión en el mundo sociopolítico del Brasil de fines del siglo XIX,
siguiendo el modelo de gran reportaje establecido por Euclides da Cunha.
En su obra al final del siglo XX
se entremezclan las novelas cuyo tema es esencialmente político, como en Historia
de Mayta (1984) y Lituma en los Andes (1993), con las
más ligeras de corte detectivesco, como en ¿Quién mató a Palomino
Molero? (1986) o erótico, como en Elogio de la madrastra (1988). El
hablador (1987) señala un retorno al mundo de la selva, uno de sus
ambientes favoritos, para contar una historia sobre identidades culturales y
diferencias antropológicas. Una importante porción de su obra ensayística puede
leerse en Contra viento y marea (1983-1990).
Sus memorias tituladas El
pez en el agua (1993) ofrecen un apasionante y minucioso recuento de
su experiencia como frustrado candidato presidencial en las elecciones peruanas
de 1990. Ha escrito además libros de crítica literaria, obras teatrales e
incontables páginas periodísticas en diversos lugares del mundo.
2. PREMIOS MÁS SIGNIFICATIVOS
1959: Premio Leopoldo Alas, España,
por Los jefes.
1963: Premio Biblioteca Breve, Seix
Barral, España, por La ciudad y los perros.
1967: Premio Internacional de Literatura
Rómulo Gallegos, Venezuela.
1986: Premio Príncipe de Asturias de
Letras, España.
1993: Premio Planeta, España, por Lituma
en los Andes.
1994: Premio Cervantes, España.
2010, Premio Nobel de Literatura.
3. LA PRODUCCIÓN LITERARIA DE MVLL
El desafío, relato (1957); Los
jefes, colección de cuentos (1959); La ciudad y los perros,
novela (1963); La casa verde, novela (1966); Los cachorros,
relato (1967); Conversación en La Catedral, novela (1969); Carta
de batalla por Tirant lo Blanc, prólogo a la novela de Joanot Martorell
(1969); Historia secreta de una novela, ensayo (1969); García
Márquez: historia de un deicidio, ensayo literario (1971); Pantaleón
y las visitadoras, novela (1973); La orgía perpetua: Flaubert y
Madame Bovary, ensayo literario (1975); La tía Julia y el
escribidor, novela (1977); La señorita de Tacna, teatro
(1981); La guerra del fin del mundo, novela (1981); Entre
Sartre y Camus, ensayos (1981); Kathie y el hipopótamo, teatro
(1983); Contra viento y marea, ensayos políticos y literarios
(1983); Historia de Mayta, novela (1984); La suntuosa
abundancia, ensayo sobre Fernando Botero (1984); Contra viento y
marea, volúmenes I (1962-1972) y II (1972-1983), (1986); La Chunga,
teatro (1986); ¿Quién mató a Palomino Molero?, novela policial
(1986); El hablador, novela (1987); Elogio de la madrastra,
novela (1988); Contra viento y marea, volumen III (1983-1990),
(1990); La verdad de las mentiras, ensayos literarios (1990); A
Writer's Reality, colección de conferencias dictadas en la Universidad de
Siracusa (1991); Un hombre triste y feroz, ensayo sobre George
Grosz (1992); El pez en el agua, memorias (1993); El loco
de los balcones, teatro (1993); Lituma en los Andes, novela
(1993); Desafíos a la libertad, ensayos sobre la cultura de la
libertad (1994); Ojos bonitos, cuadros feos, obra dramática para
radio (1994); La utopía arcaica, José María Arguedas y las ficciones
del indigenismo, ensayo (1996); Making Waves, selección de
ensayos de Contra viento y marea, publicado sólo en inglés
(1996); Los cuadernos de don Rigoberto, novela (1997); Cartas
a un joven novelista, ensayo literario (1997); La fiesta del Chivo,
novela (2000); Nationalismus als neue Bedrohung, selección de
ensayos políticos, publicado sólo en alemán (2000); El lenguaje de la
pasión, selección de artículos de la serie Piedra de toque (2001); El
paraíso en la otra esquina, novela (2003); Diario de Irak,
selección de artículos sobre la guerra en Irak (2003); La tentación de
lo imposible, ensayo sobre Los Miserables de Víctor Hugo
(2004); Un demi-siècle avec Borges, entrevista y ensayos sobre
Borges, publicado sólo en francés (2004); Travesuras de la niña
mala, novela (2006);Odiseo y Penélope,teatro
(2007); Al pie del Támesis, teatro (2007); Las mil y
una noches, teatro (2008); El sueño del celta, novela
(2010). El célebre novelista tiene también Fonchito y la
luna (2010) para el público infantil.
Las obras de Mario Vargas Llosa han sido
traducidos al francés, italiano, portugués, catalán, inglés, alemán, holandés,
polaco, rumano, húngaro, búlgaro, checo, ruso, lituano, estonio, eslovaco,
ucraniano, esloveno, croata, sueco, noruego, danés, finlandés, islandés,
griego, hebreo, turco, árabe, japonés, chino, coreano y malayo.
4. REFERENCIA ARGUMENTAL DE
ALGUNAS NOVELAS
La ciudad y los perros. 1963
Novela sobre la vida militar de los
jóvenes cadetes del Leoncio Prado, y su interacción en un medio hostil y
violento donde se desenvuelve las historias de los personajes. Delinea una
sutil crítica a las instituciones castrenses cuya formación educativa forma
alumnos carentes de convicciones, preocupados por la supervivencia dentro del
ambiente donde se desenvuelven. Con esta obra el escritor alcanzó el
Premio Biblioteca Breve de 1963.
La casa verde. 1966
Novela sobre un emblemático
prostíbulo llamado La Casa Verde , donde se mezcla las vidas de diversas
personas alrededor de intrigas y confidencias. Ambientada en el desierto
piurano y la selva. Aclamada obra del escritor con la cual consiguió el Premio
Rómulo Gallegos, y donde utilizó innovadoras técnicas narrativas.
Pantaleón y las visitadoras. 1973
Pantaleón Pantoja, un capitán del
ejército recientemente ascendido, recibe la misión de establecer un servicio de
prostitución para las fuerzas armadas del Perú en el más absoluto secreto
militar. Estricto cumplidor del deber que le ha sido asignado, Pantaleón se
traslada a Iquitos, en plena selva, para llevar a cabo su cometido, pero se
entrega a esta misión con tal obcecación que termina por poner en peligro el
engranaje que él mismo ha puesto en movimiento.
Los cuadernos de Don Rigoberto.
1997.
Los cuadernos de don Rigoberto es mucho
más que una novela erótica. Es también una novela sobre la realidad y el deseo,
sobre cómo la vida de la imaginación puede compensar los estrechos gestos de la
vida real. Don Rigoberto, el narrador, con una audaz imaginación elabora
fantasías creando un abarcador sentido del placer. Escribe a partir de las
sugerencias de obras literarias, pinturas o estímulos musicales. A los
que hayan disfrutado de la novela el Elogio de la madrastra, les
complacerá encontrar continuidad de personajes, tono, y táctiles "vasos
comunicantes" -- como llama Vargas Llosa a las relaciones entre los textos
-- entre las dos novelas.
"Lo erótico es la dignificación del
sexo a través de la fantasía y la cultura," recuerda Mario Vargas Llosa.
La fiesta del Chivo. 2000
Una voz femenina bajo el nombre de
Urania lleva la batuta cantante en la narración de La fiesta del Chivo.
Esta vez, Vargas Llosa se detiene en el contexto de la dictadura de Rafael
Leonidas Trujillo en la República Dominicana. Preocupado por lo que ha
llamado "la colonización del espíritu", Vargas Llosa ha dicho que la
paralización política que sintieron los que tuvieron que lidiar con el cadáver
de Trujillo una vez que lo mataron, fue lo que le inspiró a inventar verdades
con mentiras en torno al control íntegro que cala hasta los sueños de los que
viven una dictadura.
La narración se extiende por tres
décadas, desde el ascenso al poder en 1931 hasta el año de muerte de Trujillo
en 1961. Vargas Llosa afirma la necesidad de entender el fenómeno de la
dictadura desde una perspectiva que permita juzgar sin reducciones
caricaturescas a personajes tan recurrentes como lo son los tiranos en los
cuerpos políticos latinoamericanos.
Urania Cabral había salido de la isla y
en la novela regresa a la patria en busca de explicaciones y continuidades con
la realidad. Trujillo, amante que fue de halagos publicados en
periódicos, sobre todo los que hablaban de su madre como la matrona del país,
regresa a vivir en el mundo de la ficción. El poder de seducción que
ofrece el carisma del dictador ofrece una tenebrosa oportunidad de cuestionar
su poder.
El paraíso en la otra esquina.
2003
El paraíso en la otra esquina narra la
historia de Flora Tristán y la de su nieto, el gran pintor Paul Gauguin. Entre
el nacimiento de la abuela y la muerte de su nieto ha pasado exactamente un
siglo, el XIX.
No llegaron a conocerse; Paul nació
cuatro años después de la muerte de Flora, pero ambos soñaron, cada uno a su
manera, con un mundo mejor. Flora buscó y luchó por una sociedad más justa.
Paul, que no era tan altruista, buscó una perfección de tipo artístico, una
sociedad en la que la belleza no fuera sólo patrimonio del arte y de los
artistas, que fuera una realidad a la que todos tuvieran acceso.
La abuela y el nieto tenían unas
características similares: una terquedad impresionante y una voluntad a prueba
de balas. Por eso eran personajes extraordinarios.
El sueño del celta. 2010
La novela cuenta las peripecias del
irlandés Roger Casement, héroe y villano, traidor y libertario, moral e
inmoral, cuya figura es rescatada luego de su muerte. Las experiencias
extraordinarias de Casement se inician en 1903, cuando recorre regiones
del Congo y el Amazonas. Todo culmina con su ajusticiamiento en una
cárcel de Londres, el año 1916.
Casement fue uno de los primeros
europeos en denunciar los horrores del colonialismo. De sus viajes al Congo
Belga y a la Amazonía sudamericana quedaron dos informes memorables que
conmocionaron a la sociedad de su tiempo. Estos dos viajes y lo que allí vio
cambiarían las convicciones de Casement. Se enfrentó a los
valores predominantes de Inglaterra. La lucha que asumió por la
causa del nacionalismo irlandés lo llevó al triste final en una cárcel
londinense.
También en la intimidad, Roger Casement
fue un personaje múltiple: la publicación de fragmentos de unos diarios, de
veracidad dudosa, en los últimos días de su vida, dieron a conocer unas
escabrosas aventuras sexuales que le valieron el desprecio de muchos
compatriotas.
5. UNA BREVE LECTURA
LOS CUADERNOS DE DON
RIGOBERTO
INSTRUCCIONES PARA EL ARQUITECTO
Nuestro malentendido es de carácter
conceptual. usted ha hecho ese bonito diseño de mi casa y de mi biblioteca
partiendo del supuesto –muy extendido, por desgracia- de que en un hogar lo
importante son las personas en vez de los objetos. No lo critico por hacer suyo
este criterio, indispensable para un hombre de su profesión que no se resigne a
prescindir de los clientes. Pero, mi concepción de mi futuro hogar es la
opuesta. A saber: en ese pequeño espacio construido que llamaré mi mundo y que
gobernarán mis caprichos, la primera prioridad la tendrán mis libros, cuadros y
grabados; las personas seremos ciudadanos de segunda. Son esos cuatro millares
de volúmenes y el centenar de lienzos y cartulinas estampadas lo que debe
constituir la razón primordial del diseño que le he encargado. Usted
subordinará la comodidad, la seguridad y la holgura de los humanos a las de
aquellos objetos.
Es imprescindible el detalle de la
chimenea, que debe poder convertirse en horno crematorio de libros y grabados
sobrantes, a mi discreción. Por eso, su emplazamiento deberá estar muy cerca de
los estantes y al alcance de mi asiento, pues me place jugar al inquisidor de
calamidades literarias y artísticas, sentado, no de pie. Me explico. Los cuatro
mil volúmenes y los cien grabados que poseo son números inflexibles. Nunca
tendré más, para evitar la superabundancia y el desorden, pero nunca serán los
mismos, pues se irán renovando sin cesar, hasta mi muerte. Lo que significa
que, por cada libro que añado a mi biblioteca, elimino otro, y cada imagen –
litografía, madera, xilografía, dibujo, punta seca, mixografía, óleo, acuarela,
etcétera – que se incorpora a mi colección, desplaza a la menos favorecida de
las demás. No le oculto que elegir a la víctima es arduo y, a veces,
desgarrador, un dilema hamletiano que me angustia días, semanas, y que luego
reconstruyen mis pesadillas. Al principio, regalaba los libros y grabados
sacrificados a bibliotecas y museos públicos. Ahora los quemo, de ahí la
importancia de la chimenea. Opté por esta fórmula drástica, que espolvorea el
desasosiego de tener que elegir una víctima con la pimienta de estar cometiendo
un sacrilegio cultural, una transgresión ética, el día, mejor dicho la noche,
en que, habiendo decidido reemplazar con un hermoso Szyszlo inspirado en el mar
de Paracas una reproducción de la multicolor lata de sopa Campbell’s de Andy
Warhol, comprendí que era estúpido infligir a otros ojos una obra que había
llegado a estimar indigna de los míos. Entonces, la eché al fuego. Viendo
achicharrarse aquella cartulina, experimenté un vago remordimiento, lo admito.
Ahora, ya no me ocurre. He enviado decenas de poetas románticos e indigenistas
a las llamas y un número no menor de plásticos conceptuales, abstractos,
informalistas, paisajistas, retratistas y sacros, para conservar el numerus
clausus de mi biblioteca y pinacoteca, sin dolor, y, más bien, con la
estimulante sensación de estar ejerciendo la critica literaria y la de arte
como habría que hacerlo: de manera radical, irreversible y combustible. Añado,
para acabar con este aparte, que el pasatiempo me divierte, pero no funciona
para nada como afrodisíaco, y, por lo tanto, lo tengo como limitado y menor,
meramente espiritual, sin reverberaciones sobre el cuerpo.
Confío en que no tome lo que acaba de
leer – la preponderancia que concedo a cuadros y libros sobre bípedos de
carne y hueso – como rapto de humor o pose de cínico. No es eso, sino una
convicción arraigada, consecuencia de difíciles, pero, también, muy placenteras
experiencias. No fue fácil para mí llegar a una postura que contradecía viejas
tradiciones – llamémoslas humanísticas con una sonrisa en los labios – de
filosofías y religiones antropocéntricas, para las que es inconcebible que el
ser humano real, estructura de carne y huesos perecibles, sea considerado menos
digno de interés y de respeto que el inventado, el que aparece (si se siente
más cómodo con ello digamos reflejado) en las imágenes del arte y la
literatura. Lo exonero de los detalles de esta historia y lo traslado a la
conclusión que llegué y que ahora proclamo sin rubor. No es el mundo de
bellacos semovientes del que usted y yo formamos parte el que me interesa, el
que me hace gozar y sufrir, sino esa miríada de seres animados por la
imaginación, los deseos y la destreza artística, presentes en esos cuadros,
libros y grabados que con paciencia y amor de muchos años he conseguido reunir.
La casa que voy a construir en Barranco, la que usted deberá diseñar rehaciendo
de principio a fin el proyecto, es para ellos antes que para mí. o para mi
flamante nueva esposa, o mi hijito. La trinidad que forma mi familia, dicho sin
blasfemia, está al servicio de esos objetos y usted deberá estarlo también,
cuando, luego de haber leído estas líneas, se incline sobre el tablero a
rectificar lo que hizo mal.
Lo que acabo de escribir es una verdad
literal, no una enigmática metáfora. Construyo esta casa para padecer y
divertirme con ellos, por ellos y para ellos. Haga un esfuerzo por imitarme en
el limitado período que trabajará para mí.
Ahora, dibuje.
mario vargas llosa premio nobel 2010.
perú. novela. ensayo. teatro.
BLANCA VARELA: SIEMPRE POESÍA
Blanca Varela |
Blanca Varela (Lima, 1926 - 2009) ha sido y sigue siendo, sin duda, la voz poética femenina más destacada de la literatura peruana contemporánea. Su trascendencia se extiende hasta la lírica hispanoamericana y a la poesía castellana en general. Con Blanca Varela nos encontramos ante una creación que escapa a los moldes tradicionales del contenido y la forma, con una nueva actitud ante la vida y la literatura, como lo confirman los poemas que incluimos en esta abreviada muestra. Con alta precisión, para nuestro criterio, Ana María Gazzolo afirma que se trata de una "poesía hermosa, en su áspera ternura".
SIEMPRE
No eres tú.
Siempre yo.
Casa, árbol, dolor,
ventana, pan, baile, temor.
Siempre yo.
Siempre saliéndome al paso.
(De: Luz del día)
VALSES
(Fragmento)
Siempre amé lo confieso
tus paredes aladas transparentes
con enredaderas de campanillas
como en Barranco cuando niña
miraba a una pareja besarse
bajo un árbol.
Tras la ventana adoraba mi fiebre
mi enfermedad llena de espejos
donde yo era todo a un tiempo
el árbol la caricia
la sombra que ocultaba el
rostro de los amantes
y la tarde abriéndose como una fruta
otoñal
sobre el acantilado a la izquierda
como para enseñarme que el crepúsculo
llega primero al lado del corazón.
Hogueras en un huerto
donde las horas danzaban sin prisa.
El minuto era eterno.
¡Qué misteriosas voces!
¿Por qué cantaban enntonces?
(De:Valses y otras falsas
confesiones)
HISTORIA
puedes contarme cualquier cosa
creer no es importante
lo que importa es que el aire mueva tus
labios
o que tus labios muevan el
aire
que fabules tu historia tu cuerpo
a toda hora sin tregua
como una llama que a nada se parece
sino a una llama
(De:Valses y otras falsas
confesiones)
CASA DE CUERVOS
porque te alimenté con esta
realidad mal
cocida
por tantas y tan pobres flores del mal
por este absurdo vuelo a ras de pantano
ego te absolvo de mí
laberinto hijo mío
no es tuya la culpa
ni mía
pobre pequeño mío
del que hice este impecable retrato
forzando la oscuridad del día
párpados de miel y la mejilla constelada
cerrada a cualquier roce
y la hermosísima distancia
de tu cuerpo
tu náusea es mía
la heredaste como heredan los peces la
asfixia
y el color de tus ojos
es también el color de mi ceguera
bajo el que sombras tejen
sombras y
tentaciones
y es mía también la huella
de tu talón estrecho
de arcángel
apenas posado en la entreabierta ventana
y nuestra para siempre
la música extranjera
de los cielos batientes
ahora leoncillo e
ncarnación de mi amor
juegas con mis huesos
y te ocultas entre tu belleza
ciego sordo irredento
casi saciado y libre
como tu sangre que ya no deja lugar
para nada ni nadie
aquí me tienes como siempre
dispuesta a la sorpresa de tus pasos
a todas las primaveras que inventas
y destruyes
a tenderme -nada infinita- sobre el
mundo
hierba ceniza peste fuego
a lo que quieras por una mirada
tuya que
ilumine mis restos
porque así es este amor
que nada comprende y nada puede
bebes el filtro y te duermes
en ese abismo lleno de ti
música que no ves
colores dichos
largamente explicados al silencio
mezclados como se mezclan los
sueños
hasta ese torpe gris que es despertar
en la gran palma de dios
calva vacía sin extremos
y allí te encuentra
s sola y perdida en tu alma
sin más obstáculo que tu cuerpo
sin más puerta que tu cuerpo
así este amor
uno solo y el mismo con tantos nombres
que a ninguno responde
y tú mirándome
como si no me conocieras
marchándote
como se va la luz del mundo
sin promesas y otra vez este
prado
este prado de negro fuego
abandonado
otra vez esta casa vacía
que es mi cuerpo
adonde no has de volver
(De: Ejercicios materiales)
COMO EN UN CUADRO
como en un cuadro estrecho
y sin extremos
pasa él cabizbajo
algo inclinado sobre su sombra
se va se escapa con la luz
que voltea cualquier esquina
ella frente al espejo
parece joven y retoca sus
labios y mejillas
como si fueran ajenas
mientras su imagen desde otro mundo
sencillamente le sonríe
en el recuerdo la juventud es un
misterio
un objeto tan ajeno como la muerte
o el propio nacimiento
aunque también al otro lado existan
flores
toda clase de flores
las oscuras carnívoras y las
tenues
las ansiosas las suaves
las que transcurren y pasan por la tela
cada vez más estrecha
nubes de una estación que termina
restos de soles fugitivos
plegados en un cielo demasiado lejano
y luego en blanco y negro hay música
y voces que se apagan
(De: Concierto animal)
blanca varela. ana
maría gazzolo. poesía femenina. erotismo. descriptivismo
9/07/2008
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