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sábado, 27 de junio de 2020

JOSÉ MARÍA ARGUEDAS EN LA LITERATURA PERUANA


José María Arguedas

En el tumultuoso crecimiento de la sociedad peruana, existen muchas formas de explicar nuestro país, sus expresiones culturales, su literatura. Creo que esta múltiple versión para definirnos como peruanos obedece a puntos de partida también múltiples en cada quien nacido en este territorio.

La visión de José María Arguedas (Andahuaylas, 1911 - Lima, 1970) pugna por lograr  un armónico desarrollo de nuestras sociedades, a partir del respeto entre los múltiples grupos humanos, sus lenguas y su cultura.  Es lo que apreciamos con claridad en trabajos como Formación de una cultura nacional indoamericana. Arguedas y su obra cuentan con todos los atributos para hacer de él un portavoz de la cultura propia del mundo andino, que por lo demás es  de presencia milenaria.

Algunos críticos tienen una percepción errónea y de racismo , turística y discriminatoria de lo que es la literatura y la antropología de  Arguedas  cuando sostienen que cultiva una "utopía arcaica". Esta percepción es siempre superficial y externa frente a  quienes vivieron y viven en  carne y hueso las raíces culturales quechuas, entre otras.

Para nosotros, mientras aprendíamos a leer en el campo, junto al balido de las ovejas o el mugido de los toros, en mañanas llenas de rocío o en atardeceres llenos de los olores de las flores y de la madre tierra, Arguedas resultó el más cercano de los narradores, el que contaba nuestras vidas con un lirismo enriquecido por símbolos y metáforas. En el Ande, todos los del campo hemos visto, cultivado y amado   paisajes y seres humanos similares a los que él fue describiendo a lo largo de sus cuentos, de sus novelas y de sus ensayos. Era el hermano mayor que hablaba como nosotros, el factor vital para enaltecer nuestro modus vivendi, el que nos daba carta de ciudadanía para la convivencia entre el quechua y el español avecindado desde hace un tiempo. 

Arguedas comprendió la dificultad de un país sólidamente integrado, pero su mensaje fue una lucha permanente en busca de unidad respetando las diferencias. Y para mayor entendimiento, asumió el rol de maestro y narrador, desligado de toda vanidad. Lo esencial consistía en  que los no andinos lo entendieran.  Con ese espíritu, relató su vida en el Primer Encuentro de Narradores Peruanos. El certamen fue celebrado en Arequipa,  el año 1965. Aunque lo indio y la blanco manifiestos en este testimonio hoy no parecen en pugna, hay otros factores similares, más o menos encubiertos, que alimentan la discriminación en algunos sectores ultraconservadores, impermeables y cerrados. "Te quieren" y no te quieren...

TESTIMONIO DE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS

Voy a hacerles una confesión un poco curiosa: yo soy hechura de mi madrastra. Mi madre murió cuando yo tenía dos años y medio. Mi padre se casó en segundas nupcias con una mujer que tenía tres hijos; yo era el menor y como era muy pequeño me dejó en la casa de mi madrastra, que era dueña de la mitad del pueblo; tenía mucha servidumbre indígena y el tradicional menosprecio e ignorancia de lo que era un indio, y como a mí me tenía tanto desprecio y tanto rencor como a los indios, decidió que yo había de vivir con ellos en la cocina, comer y dormir allíMi cama fue una batea de esas en que se amasa harina para hacer pan, todos las conocemos. Sobre unos pellejos y con una frazada un poco sucia, pero bien abrigadora, pasaba las noches conversando y viviendo tan bien que si mi madrastra lo hubiera sabido me habría llevado a su lado, donde sí me hubiera atormentado.

Así viví muchos años. cuando mi padre venía a la capital del distrito, entonces era subido al comedor, se me limpiaba un poco la ropa, pasaba el domingo, mi padre volvía a la capital de la provincia y yo a la batea, a los piojos de los indios. Los indios y especialmente las indias vieron en mí exactamente como si fuera uno de ellos, con la diferencia de que por ser blanco acaso necesitaba más consuelo que ellos... y me lo dieron a manos llenas. Pero algo de triste y de poderoso al mismo tiempo debe tener el consuelo que los que sufren dan a los que sufren más, y quedaron en mi naturaleza dos cosas muy sólidamente desde que aprendí a hablar: la ternura y el amor sin límites de los indios, el amor que se tienen entre ellos mismos y que les tienen a la naturaleza, a las montañas, a los ríos, a las aves; y el odio que tenían a quienes, casi incoscientemente, y como una especie de mandato Supremo, les hacían padecer. Mi niñez pasó quemada entre el fuego y el amor.

Pero no solamente he sido hechura de mi madrastra, hubo otro modelador tan eficaz cmo ella, un poco más bruto: mi hermanastro. Cuando yo tenía siete años de edad, me obligaba a que me levantara a las seis de la mañana a traerle su potro negro de una chacra muy grande; y los potros y los caballos de raza fina son muy caprichosos porque son aristocráticos: unas veces se dejaba agarrar con gran mansedumbre, pero otras veces me hacía sudar más de una hora hasta poder enlazarlo. Si llegaba tarde, mi hermanastro, que tenía unos veinte años cuando yo tenía siete, me trataba muy mal delante de la servidumbre. Un día, por una cosa que no puedo contar aquí, que la contaré quizás en nuestras reuniones de mesa redonda, me hizo algo. Lo había acompañado de paje para una aventura que no se puede confesar en público... Me hacía montar en un burro creyendo humillarme. El burro se llamaba "Azulejo". Nunca hubo amigos que se amaron más que yo y el burro. También en eso estaba tan equivocado como mi madrastra.  Me dejó cuidando su potro negro que había comprado con veinte bueyes y doscientos carneros, y cuando regresó de su aventura indecible me reprochó que había hecho perder su poncho de vicuña, aunque no me constaba que hubiera estado sobre la montura. Levantó el rebenque para pegarme en la cara pero se arrepintió a última hora, montó el potro y espoleándolo se fue cuesta arriba a toda velocidad, mientras yo me iba conversando con, quizás , uno de los mejores amigos que he tenido en este mundo: el "Azulejo" inmortal. Cuando llegué a la cocina me puse a comer; a mí la servidumbre me trataba mucho mejor que a los patrones; entró mi hermanastro, yo estaba tomando sopa y tenía un plato de riquísimo mote a un lado con su pedacito de queso; él me quitó el plato de la mano y me lo tiró a la cara, diciéndome: "no vales ni lo que comes", que es una cosa que se suele decir muy frecuentemente. Yo salí de la casa, atravesé un pequeño riachuelo, al otro lado había un excelente campo de maíz, me tiré boca abajo en el maizal y pedí a Dios que me mandara la muerte. Yo no sé cuánto tiempo estuve llorando, pero cuando reaccioné ya era la noche. Mi buen hermanastro se había asustado un poco y me estaba haciendo buscar por todas partes, y la única vez que se alegró de verme fue cuando regresé a la casa esa noche.

Pero tuve también la fortuna de participar en la vida de la capital de provincia que es Puquio, una formidable comunidad de indios con muchas tierras, que nunca dejaron que los señores abusaran de ellos. El mal trato tenía un límite, si los señores pasaban ese límite podrían recibir y recibieron una buena respuesta de los cuatro ayllus de la comunidad de Puquio. En San Juan de Lucanas, donde vivieron estos señores cuya crueldad nunca agradeceré lo suficiente, aprendí el amor y el odio; en Puquio, viendo trabajar en faena a los comuneros de los cuatro ayllus, asistiendo a sus cabildos, sentí la incontenible, la infinita fuerza de las comunidades de indios, esos indios que hicieron en veintiocho días ciento cincuenta kilómetros de carretera que trazó el cura del pueblo. Cuando entregaron el primer camión al Alcalde, le dijeron: "Ahí tiene usted, señor, el camión, parece que la fuerza le viene de las muchas ventosidades que lanza, ahí lo tiene, a ustedes los va a beneficiar más que a nosotros"; mentira, se beneficiaron mucho más los indios, porque el carnero que costaba cincuenta centavos, después costó cinco soles, luego diez, luego cincuenta y los indios se enriquecieron a tal punto que alcanzaron un nivel de vida y una independencia económica tan fuerte que se volvieron insolentes y la mayoría de los señores de Puquio se fueron a Lima, poque no pudieron resistir más la arrogancia de estos comuneros. Pero el Varayoc o Alcalde de Chaupi, al momento de hacer la entrega del camión, les dijo al Subprefecto y al Alcalde: "En veintiocho días hemos hecho esa carretera, señores, pero eso no es nada; cuando nosotros lo decidamos podemos hacer un túnel que atraviese estos cerros y llegue hasta la orilla del mar; lo podemos hacer, para eso tenemos fuerzas suficientes". Yo fui testigo de estos acontecimientos. Todo este mundo fue mi mulndo.

Luego empecé a recorrer el Perú por todas partes, llegué a Arequipa en 1924 y fui honorable huésped de la Casa Rosada(*). De aquí fui al Cuzco, del Cuzco a Abancay, de Abancay a Chalhuanca, de Chalhuanca luego a Puquio, a Coracora, a Yauyos, a Pampas, a Huancayo, a una cantidad de pueblos y tuve la fortuna de hacer un viaje a caballo del Cuzco hasta Ica: catorce días de jornada.

Ingresé y nunca fui tratado como serrano en San Marcos. En donde sí me trataron como serrano y con mano dura fue en el Colegio "San Luis Gonzaga" de Ica, pero yo también los traté con mano dura. El Secretario del Colegio, que se apellidaba Bolívar, me dijo cuando vio mi libreta con veintes: "¡estos serranitos!, siempre les ponen veintes en las libretas porque recitan un versito cualquiera: aquí lo voy a ver sacar veintes". Me vio y batí el récord de los veintes en toda la historia de "San Luis Gonzaga", porque era una responsabilidad del serrano hacerlo y lo hice.

En Lima, no he sido un defensor de los serranos, he sido un defensor de los costeños, porque los costeños y especialmente los escritores de mi generación me trataron, diré honradamente, con una cordialidad tan auténtica y hasta con cierto respeto. El primer amigo que tuve fue Luis Felipe Alarco, que pertenece a la aristocracia de Lima. Me asusté cuando entré a su casa con los muebles, los salones, los espejos y los muchos cubiertos que me pusieron en la mesa, que yo no sabía manejar bien. Pero ahí estaba Luis Felipe mirándome con un afecto que casi era proporcionalmente tan bueno como el de los sirvientes, concertados y lacayos de mi madrastra, que en paz descanse. Después fui amigo de gentes que ahora son importantes, de Carlos Cueto, de Emilio Westphalen, de Luis Fabio Xammar; no tuve la fortuna de conocer a Ciro, porque lo habían largado: era demasiado peligroso para vivir en el Perú. Una de las experiencias que recuerdo con más... (no encuentro un término especial para describirlo), con un sentimiento entre admiración y espanto, fue un diálogo terrible entre los tres conversadores más agudos, más crueles e implacables que ha tenido la ciudad de Lima: Martín Adán, Enrique Bustamante y Ballivián y Raúl Porras Barrenechea, los tres juntos, como para liquidar al género humano. Nunca tuve, ni en los mejores libros, ni en los mejores libros de poemas o de filosofía, la sensación del poder del castellano que en la boca de estas maravillosas víboras.

Yo comencé a escribir cuando leí las primeras narraciones sobre los indios, los describían de una forma tan falsa escritores a quienes yo respeto, de quienes he recibido lecciones, como López Albújar, como Ventura García Calderón. López Albújar conocía a los indios desde su despacho de Juez en asuntos penales y el señor Ventura García Calderón no sé cómo había oído hablar de ellos. Yo tenía una convicción absolutamente instintiva de que el poder del Perú estaba no solamente entre la gente de las grandes ciudades, sino que sobre todo estaba en el campo y estaba en las comunidades donde hay, por lo menos en las comunidades que mejor conozco, una regla de conducta, que si se impusiera entre todos nosotros, pues haríamos una carretera de aquí hasta New York también en veintiocho días: "que no haya rabia", esa es la regla: "que no haya rabia". En estos relatos estaba tan desfigurado el indio y tan meloso y tonto el paisaje o tan extraño que dije: "No, yo lo tengo que escribir tal cual es, porque yo lo he gozado, yo lo he sufrido" y escribí esos primeros relatos que se publicaron en el pequeño libro que se llama Agua. Lo leía a estas gentes tan inteligentes como Westphalen, Cueto y Luis Felipe Alaarco. El relato les pareció muy bien. Yo lo había escrito en el mejor castellano que podía emplear, que era bastante corto, porque yo aprendí a hablar el castellano con cierta eficiencia después de los ocho años, hasta entonces sólo hablaba quechua. Y sin que esto sea nada en contra de mi padre, que es lo más grande que he tenido en este mundo,  a veces mi padre se avergonzaba que yo entrara a reuniones que tenía con gente importante, porque hablaba pésimamente el castellano. Cuando yo leí ese relato, en ese castellano tradicional, me pareció horrible, me pareció que había disfrazado el mundo tanto casi como las personas contra quienes intentaba escribir y a quienes pretendía rectificar. Ante la consternación de estos mis amigos, rompí todas esas páginas. Unos seis o siete meses después, las escribí en una forma completamente distinta, mezclando un poco la sintaxis quechua dentro del castellano, en una pelea verdaderamente infernal con la lengua. Guardé este relato un tiempo, yo era empleado de correos, estaba una tarde de turno y en una hora en que no había mucho público lo leí y el relato era lo que yo había deseado que fuera y así se publicó

Bueno, pero me estoy pasando de la hora y tengo que leer un poco. En síntesis, no me gradué en la universidad: cuando estaba estudiando el cuarto año, uno de los buenos Dictadores que hemos tenido me mandó al Sexto, prisión que fue tan buena como mi madrastra, exactamente tan generosa como ella. Allí conocí lo mejor del Perú y lo peor del Perú, salí y fui enviado como profesor al Colegio de Sicuani, luego volví a Lima y concluí estudios de Antropología. He recorrido un poco Europa y acabo de venir de los Estados Unidos. Es decir, cuando publiqué mi penúltimo libro, Los ríos profundos, alcancé a tener algún prestigio en Lima, y entonces señores muy importantes, unos verdaderos amigos de los escritores, y otros que gustan mostrar a los escritores como una decoración de sus salones, me invitaron a sus casas y alterné un poco con la alta sociedad de Lima. Desgraciadamente desaproveché alguna de las oportunidades que me ofrecieron, porque no me sentía cómodo entre ellos, debía haber ido todas las veces para conocerlos mejor. Entonces puedo decirles, ya que nos han pedido que nos confesemos y para mí ustedes son confesores mucho más respetables que los que reciben confesiones en nuestras santas iglesias: yo he tenido la fortuna de recorrer con la vida casi todas las escalas y jerarquías sociales del Perú, incluso he llegado a ser Director de Cultura... Conozco el Perú a través de la vida y entonces intenté escribir una novela en que mostrara todas estas jerarquías con todo lo que tienen de promesa y todo lo que tienen de lastre. Somos un país formidable. Acabo de recorrer los Estados Unidos, es un país casi inconmensurable, pero si ellos tienen mil metros de hondura nosotros tenemos diez mil millones metros de hondura. Es un monstruo de grandeza, de fecundidad y de máquina, pero quizás no hay tanto corazón, ni tanto pensamiento, ni tanta generosidad como entre nosotros. Y escribí este libro, Todas las sangres, en que he intentado mostrarlo todo, de allí lo que pueda tener de bueno y lo que tiene de defectos. Hay tres personajes que son los más importantes, dos son fundamentales, dos heredan un gran feudo, los dos hermanos se odian a muerte por circunstancias especiales, ya han sido maldecidos por su padre, a quien han quitado sus bienes en vida; uno es de mentalidad completamente antigua y feudal, el otro ha sido educado en los Estados Unidos  y en Lima, es casi ingeniero, no llegó a ser ingeniero, y desea hacer del Perú un país muy como Norteamérica; el otro quiere aguantarlo para que siga siendo un país antiguo. En el fondo, uno de los dos hermanos lucha porque desea modernizar el país ( y debe modernizarse sin perder sus raíces antiguas) y el otro odia lo moderno porque considera que lo moderno es un peligro para la santidad del alma. Entre los dos, como cuña formidable, está un indio que sufrió todo cuanto un indio puede sufrir en Lima, el honorable Rendón Willka. Yo les voy a leer un trozo del libro, que les va a dar una idea de cuál es el contenido ambicioso de Todas las sangres.

Arguedas leyó, en ese Encuentro, un fragmento del Capítulo IV de su mencionada novela 

 OBRAS DE JMA: Agua(1935); Canto kechua (1938); Runa yupay(1939); Yawar fiesta (1941); Cusco(1947); Canciones y cuentos del pueblo quechua(1949); Diamantes y pedernales(1954); Evolución de las comunidades indígenas (1957); Los ríos profundos (1958); El sexto(1961); La agonía de Rasu Ñiti (1962); Todas las sangres(1965); Amor mundo y todos los cuentos (1967); Mitos, leyendas y cuentos peruanos (1970); El zorro de arriba y el zorro de abajo(1971); Formación de una cultura nacional indoamericana(1975).  

 blanca varela. ana maría gazzolo. poesía femenina. josé maría arguedas. mundo andino. cultura peruana


MARIO VARGAS LLOSA: NOBEL DE LITERATURA 2010



Mario Vargas Llosa

 "Por su cartografía de las estructuras de poder y sus imágenes mordaces de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo"

                                                                       - Academia Sueca.

"Usted ha encapsulado la historia de la sociedad del siglo veinte en una burbuja de imaginación. Esta se ha mantenido flotando en el aire durante cincuenta años y todavía reluce".

                                                       - Per Wästberg, de la Academia Sueca.

 1. LA TRAYECTORIA VITAL  Y LITERARIA

Mario Vargas Llosa, reconocido finalmente y con toda justicia como Premio Nobel de Literatura 2010, surge ya como figura principal de la novelística hispanoamericana en la segunda mitad del siglo XX, al lado de Julio Cortázar, Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez y otros escritores integrantes del "boom" de la novelística en nuestro continente.

MVLL es básicamente un realista, y a veces un regionalista, cuyas obras reflejan particularmente la convulsa realidad social peruana y  latinoamericana, sacudida por conflictos de tipo racial, sexual, moral y político.

 La representación artística de esa problemática no es, sin embargo, mimética o naturalista, sino que incorpora las técnicas narrativas más innovadoras de la novela contemporánea (multiplicidad de focos narrativos, montaje de planos espacio-temporales, efectos expresionistas, monólogo interior). Es, por la fecundidad, riqueza y hondura de su obra creadora y por su continua presencia en el debate sobre asuntos relativos a libertad, violencia, censura y justicia, una de las personalidades intelectuales más activas e influyentes de la actualidad. Ha sido traducido a numerosísimas lenguas y ha ganado los mayores premios literarios internacionales, entre ellos el Premio Cervantes. En 1995, fue elegido académico de número de la Real Academia Española, y en 1996 leyó su discurso de ingreso sobre Azorín.

 Nació en Arequipa (1936) y estudió en ese lugar, Bolivia, Piura y Lima. En 1959 viajó a París y luego a Madrid, donde estudió y publicó su primer libro, Los jefes, una colección de cuentos. Pasó un largo tiempo en exilio voluntario, primero en París, después en Barcelona y finalmente en Londres. Entre 1974 y 1990 tuvo una mayor permanencia en el Perú.

 Alcanzó la fama por primera vez al ganar el importante Premio Biblioteca Breve, de Barcelona, con su novela La ciudad y los perros (1963), que es una de las expresiones más características de ese momento de renovación en la novelística hispanoamericana que se conoce como "el boom", del cual era el representante más joven. La novela reelabora sus experiencias en el Colegio Militar Leoncio Prado, con imágenes de gran violencia, tensión dramática y cuestionamiento moral sobre autenticidad, responsabilidad y heroísmo.

 La destreza técnica y el virtuosismo de su lenguaje narrativo son todavía mayores en las dos siguientes novelas: La casa verde (1966), que aprovecha memorias de sus años en Piura para componer un gran mural de acción y degradación sexual; y Conversación en la Catedral (1969), que transcurre durante los oscuros años de la dictadura de Manuel A. Odría (1948-1956) intentando un vasto análisis de los círculos del poder, el mundillo del periodismo amarillo y los cabarés de mala muerte. En 1967 publicó su notable relato Los cachorros.

 La rigurosa objetividad y la indeclinable tensión con las que plantea sus conflictos, cede un poco en la segunda etapa de su producción novelística, que se distingue por toques de humor grotesco, como en Pantaleón y las visitadoras (1973), o por retratarse a sí mismo en su relato, como en La tía Julia y el escribidor (1977), en la que narra episodios de su primer matrimonio y sus comienzos literarios. La guerra del fin del mundo (1981) es una vuelta al estilo de composición épica de su primera etapa y una rara incursión en el mundo sociopolítico del Brasil de fines del siglo XIX, siguiendo el modelo de gran reportaje establecido por Euclides da Cunha.

 En su obra al final del siglo XX se entremezclan las novelas cuyo tema es esencialmente político, como en Historia de Mayta (1984) y Lituma en los Andes (1993), con las más ligeras de corte detectivesco, como en  ¿Quién mató a Palomino Molero? (1986) o erótico, como en Elogio de la madrastra (1988). El hablador (1987) señala un retorno al mundo de la selva, uno de sus ambientes favoritos, para contar una historia sobre identidades culturales y diferencias antropológicas. Una importante porción de su obra ensayística puede leerse en Contra viento y marea (1983-1990).

 Sus memorias tituladas El pez en el agua (1993) ofrecen un apasionante y minucioso recuento de su experiencia como frustrado candidato presidencial en las elecciones peruanas de 1990. Ha escrito además libros de crítica literaria, obras teatrales e incontables páginas periodísticas en diversos lugares del mundo.

2. PREMIOS MÁS SIGNIFICATIVOS

1959: Premio Leopoldo Alas, España, por Los jefes.

1963: Premio Biblioteca Breve, Seix Barral, España, por La ciudad y los perros.

1967: Premio Internacional de Literatura Rómulo Gallegos, Venezuela.

1986: Premio Príncipe de Asturias de Letras, España.

1993: Premio Planeta, España, por Lituma en los Andes.

1994: Premio Cervantes, España.

2010, Premio Nobel de Literatura.

3. LA PRODUCCIÓN LITERARIA DE MVLL

El desafío, relato (1957); Los jefes, colección de cuentos (1959); La ciudad y los perros, novela (1963); La casa verde, novela (1966); Los cachorros, relato (1967); Conversación en La Catedral, novela (1969); Carta de batalla por Tirant lo Blanc, prólogo a la novela de Joanot Martorell (1969); Historia secreta de una novela, ensayo (1969); García Márquez: historia de un deicidio, ensayo literario (1971); Pantaleón y las visitadoras, novela (1973); La orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary, ensayo literario (1975); La tía Julia y el escribidor, novela (1977); La señorita de Tacna, teatro (1981); La guerra del fin del mundo, novela (1981); Entre Sartre y Camus, ensayos (1981); Kathie y el hipopótamo, teatro (1983); Contra viento y marea, ensayos políticos y literarios (1983); Historia de Mayta, novela (1984); La suntuosa abundancia, ensayo sobre Fernando Botero (1984); Contra viento y marea, volúmenes I (1962-1972) y II (1972-1983), (1986); La Chunga, teatro (1986); ¿Quién mató a Palomino Molero?, novela policial (1986); El hablador, novela (1987); Elogio de la madrastra, novela (1988); Contra viento y marea, volumen III (1983-1990), (1990); La verdad de las mentiras, ensayos literarios (1990); A Writer's Reality, colección de conferencias dictadas en la Universidad de Siracusa (1991); Un hombre triste y feroz, ensayo sobre George Grosz (1992); El pez en el agua, memorias (1993); El loco de los balcones, teatro (1993); Lituma en los Andes, novela (1993); Desafíos a la libertad, ensayos sobre la cultura de la libertad (1994); Ojos bonitos, cuadros feos, obra dramática para radio (1994); La utopía arcaica, José María Arguedas y las ficciones del indigenismo, ensayo (1996); Making Waves, selección de ensayos de Contra viento y marea, publicado sólo en inglés (1996); Los cuadernos de don Rigoberto, novela (1997); Cartas a un joven novelista, ensayo literario (1997); La fiesta del Chivo, novela (2000); Nationalismus als neue Bedrohung, selección de ensayos políticos, publicado sólo en alemán (2000); El lenguaje de la pasión, selección de artículos de la serie Piedra de toque (2001); El paraíso en la otra esquina, novela (2003); Diario de Irak, selección de artículos sobre la guerra en Irak (2003); La tentación de lo imposible, ensayo sobre Los Miserables de Víctor Hugo (2004); Un demi-siècle avec Borges, entrevista y ensayos sobre Borges, publicado sólo en francés (2004); Travesuras de la niña  mala, novela (2006);Odiseo y Penélope,teatro (2007);  Al pie del Támesis, teatro (2007); Las mil y una noches, teatro (2008); El sueño del celta, novela (2010). El célebre novelista tiene también Fonchito y la luna (2010) para el público infantil.

Las obras de Mario Vargas Llosa han sido traducidos al francés, italiano, portugués, catalán, inglés, alemán, holandés, polaco, rumano, húngaro, búlgaro, checo, ruso, lituano, estonio, eslovaco, ucraniano, esloveno, croata, sueco, noruego, danés, finlandés, islandés, griego, hebreo, turco, árabe, japonés, chino, coreano y malayo.

 4. REFERENCIA ARGUMENTAL DE ALGUNAS NOVELAS

La ciudad y los perros. 1963

Novela sobre la vida militar de los jóvenes cadetes del Leoncio Prado, y su interacción en un medio hostil y violento donde se desenvuelve las historias de los personajes. Delinea una sutil crítica a las instituciones castrenses cuya formación educativa forma alumnos carentes de convicciones, preocupados por la supervivencia dentro del ambiente donde se desenvuelven. Con esta obra el escritor alcanzó el Premio Biblioteca Breve de 1963.

La casa verde. 1966

Novela sobre  un emblemático prostíbulo llamado La Casa Verde , donde se mezcla las vidas de diversas personas alrededor de intrigas y confidencias. Ambientada en el desierto piurano y la selva. Aclamada obra del escritor con la cual consiguió el Premio Rómulo Gallegos, y donde utilizó innovadoras técnicas narrativas.

Pantaleón y las visitadoras. 1973

Pantaleón Pantoja, un capitán del ejército recientemente ascendido, recibe la misión de establecer un servicio de prostitución para las fuerzas armadas del Perú en el más absoluto secreto militar. Estricto cumplidor del deber que le ha sido asignado, Pantaleón se traslada a Iquitos, en plena selva, para llevar a cabo su cometido, pero se entrega a esta misión con tal obcecación que termina por poner en peligro el engranaje que él mismo ha puesto en movimiento.

Los cuadernos de Don Rigoberto. 1997. 

Los cuadernos de don Rigoberto es mucho más que una novela erótica. Es también una novela sobre la realidad y el deseo, sobre cómo la vida de la imaginación puede compensar los estrechos gestos de la vida real. Don Rigoberto, el narrador, con una audaz imaginación elabora fantasías creando un abarcador sentido del placer. Escribe a partir de las sugerencias de obras literarias, pinturas o estímulos musicales.  A los que hayan disfrutado de la novela el Elogio de la madrastra, les complacerá encontrar continuidad de personajes, tono, y táctiles "vasos comunicantes" -- como llama Vargas Llosa a las relaciones entre los textos -- entre las dos novelas. 

"Lo erótico es la dignificación del sexo a través de la fantasía y la cultura," recuerda Mario Vargas Llosa.

La fiesta del Chivo. 2000 

Una voz femenina bajo el nombre de Urania lleva la batuta cantante en la narración de La fiesta del Chivo.  Esta vez, Vargas Llosa se detiene en el contexto de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo en la República Dominicana.  Preocupado por lo que ha llamado "la colonización del espíritu", Vargas Llosa ha dicho que la paralización política que sintieron los que tuvieron que lidiar con el cadáver de Trujillo una vez que lo mataron, fue lo que le inspiró a inventar verdades con mentiras en torno al control íntegro que cala hasta los sueños de los que viven una dictadura. 

La narración se extiende por tres décadas, desde el ascenso al poder en 1931 hasta el año de muerte de Trujillo en 1961.  Vargas Llosa afirma la necesidad de entender el fenómeno de la dictadura desde una perspectiva que permita juzgar sin reducciones caricaturescas a personajes tan recurrentes como lo son los tiranos en los cuerpos políticos latinoamericanos.

Urania Cabral había salido de la isla y en la novela regresa a la patria en busca de explicaciones y continuidades con la realidad.  Trujillo, amante que fue de halagos publicados en periódicos, sobre todo los que hablaban de su madre como la matrona del país, regresa a vivir en el mundo de la ficción.  El poder de seducción que ofrece el carisma del dictador ofrece una tenebrosa oportunidad de cuestionar su poder. 

El paraíso en la otra esquina. 2003   

El paraíso en la otra esquina narra la historia de Flora Tristán y la de su nieto, el gran pintor Paul Gauguin. Entre el nacimiento de la abuela y la muerte de su nieto ha pasado exactamente un siglo, el XIX.

No llegaron a conocerse; Paul nació cuatro años después de la muerte de Flora, pero ambos soñaron, cada uno a su manera, con un mundo mejor. Flora buscó y luchó por una sociedad más justa. Paul, que no era tan altruista, buscó una perfección de tipo artístico, una sociedad en la que la belleza no fuera sólo patrimonio del arte y de los artistas, que fuera una realidad a la que todos tuvieran acceso.

La abuela y el nieto tenían unas características similares: una terquedad impresionante y una voluntad a prueba de balas. Por eso eran personajes extraordinarios.

El sueño del celta. 2010

La novela cuenta las peripecias del irlandés Roger Casement, héroe y villano, traidor y libertario, moral e inmoral, cuya figura es rescatada luego de su muerte. Las experiencias extraordinarias de Casement se inician en 1903, cuando recorre regiones del Congo y el Amazonas. Todo culmina con su ajusticiamiento en una cárcel de Londres, el año 1916.

Casement fue uno de los primeros europeos en denunciar los horrores del colonialismo. De sus viajes al Congo Belga y a la Amazonía sudamericana quedaron dos informes memorables que conmocionaron a la sociedad de su tiempo. Estos dos viajes y lo que allí vio cambiarían las convicciones de Casement. Se enfrentó a los valores predominantes de Inglaterra. La lucha que asumió por la causa del nacionalismo irlandés lo llevó al triste final en una cárcel londinense.

También en la intimidad, Roger Casement fue un personaje múltiple: la publicación de fragmentos de unos diarios, de veracidad dudosa, en los últimos días de su vida, dieron a conocer unas escabrosas aventuras sexuales que le valieron el desprecio de muchos compatriotas.

5. UNA BREVE LECTURA

LOS CUADERNOS DE DON RIGOBERTO

 

INSTRUCCIONES PARA EL ARQUITECTO

Nuestro malentendido es de carácter conceptual. usted ha hecho ese bonito diseño de mi casa y de mi biblioteca partiendo del supuesto –muy extendido, por desgracia- de que en un hogar lo importante son las personas en vez de los objetos. No lo critico por hacer suyo este criterio, indispensable para un hombre de su profesión que no se resigne a prescindir de los clientes. Pero, mi concepción de mi futuro hogar es la opuesta. A saber: en ese pequeño espacio construido que llamaré mi mundo y que gobernarán mis caprichos, la primera prioridad la tendrán mis libros, cuadros y grabados; las personas seremos ciudadanos de segunda. Son esos cuatro millares de volúmenes y el centenar de lienzos y cartulinas estampadas lo que debe constituir la razón primordial del diseño que le he encargado. Usted subordinará la comodidad, la seguridad y la holgura de los humanos a las de aquellos objetos.

Es imprescindible el detalle de la chimenea, que debe poder convertirse en horno crematorio de libros y grabados sobrantes, a mi discreción. Por eso, su emplazamiento deberá estar muy cerca de los estantes y al alcance de mi asiento, pues me place jugar al inquisidor de calamidades literarias y artísticas, sentado, no de pie. Me explico. Los cuatro mil volúmenes y los cien grabados que poseo son números inflexibles. Nunca tendré más, para evitar la superabundancia y el desorden, pero nunca serán los mismos, pues se irán renovando sin cesar, hasta mi muerte. Lo que significa que, por cada libro que añado a mi biblioteca, elimino otro, y cada imagen – litografía, madera, xilografía, dibujo, punta seca, mixografía, óleo, acuarela, etcétera – que se incorpora a mi colección, desplaza a la menos favorecida de las demás. No le oculto que elegir a la víctima es arduo y, a veces, desgarrador, un dilema hamletiano que me angustia días, semanas, y que luego reconstruyen mis pesadillas. Al principio, regalaba los libros y grabados sacrificados a bibliotecas y museos públicos. Ahora los quemo, de ahí la importancia de la chimenea. Opté por esta fórmula drástica, que espolvorea el desasosiego de tener que elegir una víctima con la pimienta de estar cometiendo un sacrilegio cultural, una transgresión ética, el día, mejor dicho la noche, en que, habiendo decidido reemplazar con un hermoso Szyszlo inspirado en el mar de Paracas una reproducción de la multicolor lata de sopa Campbell’s de Andy Warhol, comprendí que era estúpido infligir a otros ojos una obra que había llegado a estimar indigna de los míos. Entonces, la eché al fuego. Viendo achicharrarse aquella cartulina, experimenté un vago remordimiento, lo admito. Ahora, ya no me ocurre. He enviado decenas de poetas románticos e indigenistas a las llamas y un número no menor de plásticos conceptuales, abstractos, informalistas, paisajistas, retratistas y sacros, para conservar el numerus clausus de mi biblioteca y pinacoteca, sin dolor, y, más bien, con la estimulante sensación de estar ejerciendo la critica literaria y la de arte como habría que hacerlo: de manera radical, irreversible y combustible. Añado, para acabar con este aparte, que el pasatiempo me divierte, pero no funciona para nada como afrodisíaco, y, por lo tanto, lo tengo como limitado y menor, meramente espiritual, sin  reverberaciones sobre el cuerpo.

Confío en que no tome lo que acaba de leer – la preponderancia que concedo a cuadros y libros  sobre bípedos de carne y hueso – como rapto de humor o pose de cínico. No es eso, sino una convicción arraigada, consecuencia de difíciles, pero, también, muy placenteras experiencias. No fue fácil para mí llegar a una postura que contradecía viejas tradiciones – llamémoslas humanísticas con una sonrisa en los labios – de filosofías y religiones antropocéntricas, para las que es inconcebible que el ser humano real, estructura de carne y huesos perecibles, sea considerado menos digno de interés y de respeto que el inventado, el que aparece (si se siente más cómodo con ello digamos reflejado) en las imágenes del arte y la literatura. Lo exonero de los detalles de esta historia y lo traslado a la conclusión que llegué y que ahora proclamo sin rubor. No es el mundo de bellacos semovientes del que usted y yo formamos parte el que me interesa, el que me hace gozar y sufrir, sino esa miríada de seres animados por la imaginación, los deseos y la destreza artística, presentes en esos cuadros, libros y grabados que con paciencia y amor de muchos años he conseguido reunir. La casa que voy a construir en Barranco, la que usted deberá diseñar rehaciendo de principio a fin el proyecto, es para ellos antes que para mí. o para mi flamante nueva esposa, o mi hijito. La trinidad que forma mi familia, dicho sin blasfemia, está al servicio de esos objetos y usted deberá estarlo también, cuando, luego de haber leído estas líneas, se incline sobre el tablero a rectificar lo que hizo mal.

Lo que acabo de escribir es una verdad literal, no una enigmática metáfora. Construyo esta casa para padecer y divertirme con ellos, por ellos y para ellos. Haga un esfuerzo por imitarme en el limitado período que trabajará para mí.

Ahora, dibuje.

 mario vargas llosa premio nobel 2010. perú. novela. ensayo. teatro.



BLANCA VARELA: SIEMPRE POESÍA

Blanca Varela


Blanca Varela (Lima, 1926 - 2009) ha sido y sigue siendo, sin duda, la  voz poética femenina más destacada de la literatura peruana contemporánea. Su trascendencia se extiende hasta la lírica hispanoamericana y a la poesía castellana en general. Con Blanca Varela nos encontramos ante una creación que escapa a los moldes tradicionales del contenido y la forma, con una nueva actitud ante la vida y la literatura, como lo confirman los poemas que incluimos en esta abreviada muestra. Con alta precisión, para nuestro criterio, Ana María Gazzolo afirma que se trata de una "poesía hermosa, en su áspera ternura".  

 SIEMPRE  

No eres tú.

Siempre yo.

Casa, árbol, dolor,

 ventana, pan, baile, temor.

 Siempre yo.

Siempre saliéndome al paso.    

(De: Luz del día)  

VALSES  

(Fragmento)  

Siempre amé lo confieso

tus paredes aladas transparentes

con enredaderas de campanillas

como en Barranco cuando niña

 miraba a una pareja besarse bajo un árbol.  

Tras la ventana adoraba mi fiebre

 mi enfermedad llena de espejos

donde yo era todo a un tiempo

el árbol la caricia

 la sombra que ocultaba el rostro de los amantes

y la tarde abriéndose como una fruta otoñal

sobre el acantilado a la izquierda

como para enseñarme que el crepúsculo

llega primero al lado del corazón.

 Hogueras en un huerto

donde las horas danzaban sin prisa.

El minuto era eterno.

¡Qué misteriosas voces!

¿Por qué cantaban enntonces?   

 (De:Valses y otras falsas confesiones)  

HISTORIA  

 puedes contarme cualquier cosa

creer no es importante

lo que importa es que el aire mueva tus

 labios  

 o que tus labios muevan el aire

que fabules tu historia tu cuerpo

a toda hora sin tregua

como una llama que a nada se parece

sino a una llama   

(De:Valses y otras falsas confesiones)  

CASA DE CUERVOS  

 porque te alimenté con esta realidad mal

cocida

por tantas y tan pobres flores del mal

por este absurdo vuelo a ras de pantano

ego te absolvo de mí

 laberinto hijo mío  

no es tuya la culpa

 ni mía

pobre pequeño mío

del que hice este impecable retrato

 forzando la oscuridad del día

párpados de miel y la mejilla constelada

cerrada a cualquier roce

 y la hermosísima distancia

de tu cuerpo

tu náusea es mía

la heredaste como heredan los peces la

asfixia

y el color de tus ojos

es también el color de mi ceguera

 bajo el que sombras tejen sombras y

tentaciones

y es mía también la huella

de tu talón estrecho

de arcángel

apenas posado en la entreabierta ventana

y nuestra para siempre

la música extranjera

de los cielos batientes  

ahora leoncillo e

ncarnación de mi amor

 juegas con mis huesos

y te ocultas entre tu belleza

 ciego sordo irredento

casi saciado y libre

como tu sangre que ya no deja lugar

para nada ni nadie  

 aquí me tienes como siempre

dispuesta a la sorpresa de tus pasos

a todas las primaveras que inventas

y destruyes

a tenderme -nada infinita- sobre el mundo

hierba ceniza peste fuego

 a lo que quieras por una mirada tuya que

 ilumine mis restos  

porque así es este amor

que nada comprende y nada puede

bebes el filtro y te duermes

 en ese abismo lleno de ti

música que no ves

colores dichos

largamente explicados al silencio

 mezclados como se mezclan los sueños

hasta ese torpe gris que es despertar

en la gran palma de dios

calva vacía sin extremos

y allí te encuentra

s sola y perdida en tu alma

sin más obstáculo que tu cuerpo

sin más puerta que tu cuerpo  

 

así este amor

uno solo y el mismo con tantos nombres

que a ninguno responde

y tú mirándome

como si no me conocieras

marchándote

como se va la luz del mundo

sin promesas y otra vez este prado

 este prado de negro fuego abandonado

 otra vez esta casa vacía

 que es mi cuerpo

 adonde no has de volver   

(De: Ejercicios materiales)  

COMO EN UN CUADRO  

 como en un cuadro estrecho y sin extremos

 pasa él cabizbajo

algo inclinado sobre su sombra

se va se escapa con la luz

que voltea cualquier esquina  

 

ella frente al espejo

 parece joven y retoca sus labios y mejillas

como si fueran ajenas

mientras su imagen desde otro mundo

sencillamente le sonríe

  

en el recuerdo la juventud es un misterio

un objeto tan ajeno como la muerte

o el propio nacimiento

aunque también al otro lado existan flores

toda clase de flores

 las oscuras carnívoras y las tenues

 las ansiosas las suaves

las que transcurren y pasan por la tela

cada vez más estrecha

nubes de una estación que termina

restos de soles fugitivos

plegados en un cielo demasiado lejano  

y luego en blanco y negro hay música

y voces que se apagan   

 (De: Concierto animal)  

 blanca varela. ana maría gazzolo. poesía femenina. erotismo. descriptivismo

RUPERTO MACHA VELASCO

9/07/2008

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